miércoles, 14 de mayo de 2014

OVIEDO , UNA CIUDAD BONITA, HOSPITALARIA, CÓMODA, DONDE SE COME MUY BIEN (SIEMPRE CON SIDRINA)



Hemos estado unos días por Asturias y pasado sólo dos  en OVIEDO.  Ha sido como un aperitivo y estamos decididos a volver.
 
Oviedo está en el norte de España y es la capital del Principado de Asturias. Hace ya unos siglos de nada, la primera capital del reino de Asturias fue  Cangas de Onís,  luego la capital pasa a Pravia y de allí a finales del siglo VIII, a Oviedo reinando Alfonso II el Casto.
 

Ahora un poco de historia:  Oviedo surge sobre la colina Ovetao en torno a un monasterio que Fructuoso de la orden benedictina fundan en el 761 en honor de san Vicente, mártir zaragozano. El rey Fruela I  manda edificar la basílica en honor del Salvador en el solar de la que hoy es catedral. Aquí Fruela II y Alfonso II el Casto erigen el palacio real. Tioda es el arquitecto de este encargo del que apenas quedan restos.

 
 
De esta fecha es San Julian de los Prados que se erige en honor de San Julian y Santa Basilisa como capilla de la quinta de descanso del rey.
 


 

 
 
 
Nota:  Como no se podían hacer fotografías de las pinturas del interior, éstas las he tomado de la página de jdiezarnal. Gracias anticipadas.
 



 
El estado de conservación es muy bueno  y tuvimos la suerte de que Maribel, (fuimos a primera hora, por lo que estuvimos solos) nos explicara con detalle esta maravilla prerrománica.
 
 
Pero hay otras joyas, a 4 kms de Oviedo, se puede ir andando pero son de subida. Hay un autobús el L10 que te deja cerca o si vais en taxi son unos 7 u 8 euros. Son Santa Maria del Naranco y San Miguel de Lillo.
 
Santa Maria, en principio no se proyectó como iglesia sino como (al parecer) pabellón  de caza  para Ramiro I. 
 













 
 
Santa Maria del Naranco, interior y exterior
 
 
Tiene dos niveles y una sola nave, con bóveda de cañón y arcos fajones, en el exterior los capiteles tienen motivos vegetales y en los del interior  figuras de animales fantásticos ¿leones? ¿grifos?  y  humanas. Existen dos tribunas y en la planta inferior, un banco corrido y un ¿aljibe?.  Curiosos los clípeos que decoran los muros.  Las columnas son sogadas, es decir, imitan una soga que rodease el fuste. Al nivel superior se accede por una escalera doble.
 
 
 
Muy cerquita, a apenas 100 metros, se alza San Miguel de Lillo, de la que se perdió la cabecera posiblemente por una riada del cercano arroyo que pasa a sólo unos 20 metros. El terreno rezuma humedad como se puede ver en las basas del lado norte. En el exterior unas marcas indican el área primitiva de la misma.  Tampoco se pueden hacer fotografías del interior pero  impresiona la altura de la nave y de la linterna. 




 
 
San Miguel de Lillo 
 
 Regresamos a Oviedo y se puede hacer caminando, (son solo unos 4 kms, pero son cuesta abajo).
 
 
Vista desde Santa Maria. Oviedo abajo con el edificio de Congresos de Calatrava. Nos dijeron que estaba ya oxidado. ¡Este hombre! (El edificio, no el  arquitecto).
 
Todavía nos quedan por ver otras dos obras de esta época:  La cabecera de la iglesia de San Tirso.
 
 
Mandada construir por Alfonso II a lo largo de los siglos ha sufrido muchas modificaciones y si bien el interior contiene unos retablos barrocos muy interesantes, de la época de Alfonso lo único que queda es la cabecera con  estos arcos.


Y la otra es la fuente de la Foncalada al final de la calle de la Rua.


 
 
Fue mandada construir por Alfonso III en el siglo IX. De construcción muy simple inspirada en otras fuentes romanas, se encontraba junto a la via romana que pasa cerca de San Julian de los Prados y es el único ejemplo de su clase que se conserva hasta hoy y que sigue en uso siendo el más antiguo de España.
 
Si te acercas a ver esta fuente, tendrás que pasar por la calle que llaman La Gascona. Y no puedes dejar de entrar en alguna de las sidrerías que llenan esta calle para degustar una botella de sidra junto con alguna delicia gastronómica de las que esta ciudad te ofrece.
 
 
 
Sin embargo, hay otros restos prerrománicos en esta ciudad que merecen una visita especial.  Me refiero a la Cámara Santa y a la cripta que existe debajo, la de Santa Leocadia,  mandada construir por Alfonso II (¡gracias!) en el siglo IX. Ambas están reconstruidas pues fueron destruidas en la revolución de 1934. En la cripta de Santa Leocadia (totalmente independiente de la Cámara Santa) hay 5 enterramientos con un sarcófago y 5 laudas, (o losas primorosamente grabadas).
 

 
 
 
 
Para acceder a éstas, hay que entrar en la catedral.  La Cámara Santa se creó como relicario que alberga  varias joyas de orfebrería como la cruz de la Victoria y la de los Ángeles, símbolo de Asturias, pero también el sudario que cubrió la cara de Jesús una vez crucificado y la arqueta de las ágatas del siglo X regalo de Fruela II y de su mujer Nonila.
 
En los años 70  fueron robadas y destrozadas aunque se recuperaron en su totalidad siendo restauradas.
 
Como se puede ver  a lo largo de estos mil años, estas maravillas han sufrido bastante.
 
 


 El Arca Santa, ahora vacía, y encima el sudario de Cristo
 
La Cruz de los Ángeles
 
 
La Cruz de la Victoria
 
 
La caja de ágatas
 
La Cámara Santa es de una sola nave, con bóveda de cañón, arcos fajones y lo más interesante son las figuras de los apóstoles (dos por cada pilar) que custodian este maravilloso lugar.
 



Interior y exterior de la Cámara Santa


 
La cruz de los Ángeles y la Cámara Santa en 1934.
(Fotos de La Nueva España)
 
 
 
Torre románica de la Catedral
 
 
La catedral, la Sancta Ovetensis, que vemos ahora se empieza a construir en el siglo XIV, aunque es en el XV cuando se aceleran las obras terminándose la única torre de la fachada en el XVI. En la revuelta del 34 y en la guerra del 36 sufrió grandes daños pero don Luis Menéndez Pidal se encargó de que volviera a tener el impresionante aspecto que hoy contemplamos.
 
 
La fachada principal con la escultura de la Regenta que perennemente sale de misa.
 
 

 
 Claustro de la catedral

 
Bóvedas góticas de crucería



 
El magnífico retablo del altar mayor mide 12 x 12 metros y se construyó en 1511.
 

 
 Pero hay mucho más que ver en Oviedo. Pasear por sus calles señoriales, por sus plazas recoletas, por su parque de San Francisco, justo en el centro de la ciudad. 
 


 
El teatro Campoamor donde se entregan los premios Príncipe de Asturias



 
 


Fachada y  claustro  de la Universidad
 
 
Una de las fachadas del museo de Bellas Artes. El edificio de cristal está totalmente separado de ésta y de otras fachadas de distintas épocas que el arquitecto ha respetado, pero no se sabe bien por qué no las ha utilizado en el edificio. Es curioso pero bastante extraño. Al menos no las derribaron como se ha hecho en otras ciudades.



 


 
Tres vistas del Parque de San Francisco
 
 
 Sentir la vida tranquila, disfrutar de un momento sentado en una de sus muchas terrazas saboreando una sidrina.  Siempre hay un atento camarero que rellena tu vasín con  un culín  (así lo dicen) de sidrina. Ver como escancian la sidra es un gustazo y sobre todo, un arte el que no derramen apenas unas gotas.
 
Liturgia:  Alzan el brazo con la botella y derraman la sidra que cae justo en el vaso. Siempre sin mirar.  A continuación hay que beber el culín de sidra sin dejar nada, por que si la  dejas,  pierde el  gas natural que ha generado y hay que tirarla.
 

El vasín y la botella

 
En una ciudad con tanta historia aconsejo visitar su museo arqueológico. Pequeño pero muy interesante que combina el edificio del convento de San Vicente con la arquitectura más vanguardista.
 
Entre sus fondos, restos paleolíticos, romanos, prerrománicos, románicos, góticos. Muy bien expuestos y que podemos visitar en unas pocas horas.
 
 
Escalera de acceso a las plantas superiores del museo.




Claustro superior
 





 
 
Oviedo es una ciudad bonita, cómoda y su gente amable y con ganas de disfrutar. Si no la conocéis, debéis venir a visitarla.
 
Nosotros no la conocíamos y tenemos que volver.
 
 Hay muchos hoteles pero nosotros tuvimos la suerte de reservar en el Hotel Rosal, en la calle Cabo Noval 2. Fue un acierto.  Es un hotel nuevo, familiar, (sus dueños Carmen y Luis, te tratan como si fueras de la familia) tranquilo, en pleno  centro de Oviedo, económico, limpio y con mucho encanto.





 
Dos vistas de nuestra habitación.
 
 
Por supuesto que a nuestra vuelta nos acompañaron un riquísimo queso de Cabrales, unas cuantas botellas de sidra y unos quilos de fabes para seguir acordándonos de lo bien que lo hemos pasado en Asturias.
 
Así que los que habéis estado, tenéis que repetir y los que no, pues  ¡vamos que os esperan!.
 
 
Frikipiedras.